jueves, 11 de agosto de 2011

REFLEXIÓN: Día de elecciones y democracia

Por Patricio A. Cabezas, educador en cultura de paz y derechos humanos, integra el CePaDeHu.


Este 2011 se está perfilando como el año donde la ciudadanía se ha sentido “indignada” y salió a manifestar su enojo por las calles de varias ciudades del Mundo. Desde El Cairo, Madrid, Londres, hasta la cercana Santiago de Chile. Todos los motivos valen. El fin de una dictadura, mejoras en los empleos para jóvenes, la muerte de un ciudadano a manos de la policía o el fin de la educación como mercancía.


Sin embargo, vale preguntarnos si todas estas acciones promueven el fortalecimiento de la vida democrática. No pretendo con esta nota, señalar aportes teóricos relevantes, sino destacar aspectos para identificar y fortalecer la construcción de una democracia participativa.

Parto de la idea que no es unívoco el concepto “democracia”, sin embargo podemos ampliar la clásica definición “es una forma de gobierno” por una que nos invite a construir no sólo un sistema de gobierno, sino un modo de vida signado por valores, conocimientos y competencias.

Entonces la democracia se torna en un sistema complejo de instituciones diversas con límites acordados por todas las personas que la componen. A decir de Robert Dahl, democracia es poliarquía; esto es, un sistema en que el poder no está concentrado sino distribuido entre instituciones y personas cuyas funciones sirven de límite y contrapeso a las atribuciones de otra. Uno de los criterios que señala para la concreción del supuesto teórico es la participación efectiva de la ciudadanía.

Una herramienta fundamental para el fortalecimiento de la democracia es la educación en derechos humanos, reconocida en documentos regionales e internacionales y asumida por los Estados firmantes en: la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), la Declaración de los Derechos del Niño (1959), el Pacto Internacional de Derechos económicos, sociales y culturales (1966), la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (1979) y la Convención sobre los Derechos del Niño (1989), entre otros. Todos incorporados a la Constitución de la Nación Argentina. La firma de estos acuerdos debe entenderse como un compromiso asumido por el Estado cuya aplicación fortalece la democracia en el país.

“con la democracia se come, con la democracia se educa, con la democracia se cura…” Lejos de olvidar aquella frase de campaña de Raúl Alfonsín, primer presidente electo luego de la última dictadura militar, es responsabilidad de la ciudadanía asumir un rol protagónico significativo. No alcanza con pensar que la democracia se sostiene por sufragar un voto a conciencia, sino de participar activamente en los espacios habilitados para hacer el cambio posible. Partiendo de una democracia representativa a una democracia participativa.

Un reciente estudio llamado “La sociedad civil argentina en el Bicentenario. Índice Civicus 2008 – 2010” destaca como aspecto más crítico un bajo nivel de membresía a las organizaciones de la sociedad civil y una tendencia decreciente en los niveles de voluntariado desde el 2002 con el 32% sobre el total de personas adultas a un 22% en el 2010.

Desde CePaDeHu, Compartimos la idea que “participar no sólo es formar parte de esos grupos de los cuales somos integrantes, también implica intervenir, opinar y decidir sobre las cuestiones que tienen que ver con el grupo y que por tanto nos afectan”(i). Por lo que fomentamos la participación activa de todas las personas en procesos de capacitación en temas de su interés, para que puedan generar proyectos que intenten poner fin a las situaciones de vulnerabilidad existente. Todas las personas que asuman este desafío, son valiosas para el desarrollo de una sociedad mejor y garantes privilegiadas de la democracia que queremos.

El próximo 14 de agosto, en Argentina, se realizaran las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias que fueron instauradas mediante la Ley 26.571 sancionada en 2009. Para estas elecciones, más de un millón de jóvenes votaran por primera vez. ¿Cuántos de estos jóvenes cuentan con la información adecuada para concurrir el próximo domingo al acto eleccionario?.

La participación política fortalece la democracia, construye sentidos de pertenencia y legitimidad hacia el sistema. Los partidos políticos son el escenario donde esa participación se ve canalizada, sobre todo en épocas de elecciones. Sin embargo es bueno reconocer que la democracia no se instala con las elecciones. Es un proceso, un punto de partida, sobre todo para los países que han vivido regímenes de dictaduras y ha sido negado el derecho a elegir a sus representantes.

Parece superada la instancia que se genero luego de la crisis del 2001 en Argentina, donde quienes tomaban las calles manifestaban su enojo con la clase dirigente. Uno o muy pocos “políticos” sobrevivieron a la denuncia callejera “que se vayan todos, que no quede uno solo”. Actualmente observo una renovada y esperanzadora participación de jóvenes en los partidos políticos.

El desafío para los partidos políticos, sigue siendo, el deber de promover, por todos los medios y en todo momento valores democráticos hacia dentro y por fuera. Entendiendo que así la ciudadanía reconocerá y se identificara con sus altos principios. Nunca un apuro electoral debiera ir en contra de los mecanismos previstos para garantizar la voz de toda su militancia de base. La democracia interna de un partido no es un ensayo de consulta a sus militantes para legitimar practicas y decisiones tomadas en mesas chicas o de la elite.

La importancia de las elecciones primarias está dada, en que por primera vez en la historia argentina, todos los argentinos, estemos afiliados o no a un partido político podremos elegir a los candidatos con que cada partido político o alianza podrá presentarse en las Elecciones Nacionales de octubre de 2011.

Sonia Picado, costarricense y actual presidenta del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, identifica que las formas de alcanzar la participación ciudadana son; el voto, la campaña política, la actividad comunitaria, la actividad particular y la actividad de protesta.

Parafraseando esa idea y ajustándola a las próximas elecciones, digo, la participación política aporta a la democracia. Por lo cual debemos lograr un voto a conciencia, a favor de un proyecto superador, no en contra de nadie, acompañando las campañas políticas y a los candidatos que se atrevan a ofrecer propuestas ideologías precisas y no un slogan con el fin de captar al electorado “esquivo”, promoviendo la actividad democrática en la vida de nuestra comunidad más cercana, alejada de “los intereses de quienes militan”, asumiendo un compromiso particular para con el sistema democrático y protestando donde haya que protestar por las prácticas antidemocráticas que puedan observarse en la fiscalización del acto eleccionario.

Dice el escritor colombiano, Gonzalo Arango, “por supuesto, no tengo la fórmula para salvar a la humanidad. Ni siquiera para salvarme yo. Pero pienso que el mundo no es para dejarlo ser de cualquier manera, sino para hacerlo nuestro mundo, a imagen de nuestros sueños, de nuestros deseos”. Hay que participar para lograr la democracia que merecemos y queremos.

Notas:
(i) CASCÓN Soriano Francisco, Papadimitriou Cámara Greta “Resolución No Violenta de Conflictos”, guía metodológica, editorial Perro sin mecate, Aguascalientes, 2000.

1 comentario:

gerardo dijo...

Existe un actor ineludible en la construccion societaria en el mundo que es la posmodernidad, creo que eso explica mucho de los avatares que ha sufrido el activismo desde un tiempo hacia aca. Tambien me parece que si bien existe un regimen democratico (por lo menos en las palabras)deberiamos ser nosotros quienes nos adueñemos de como construir esa realidad, algo que tiene una logica procesual, de instauracion de valores nuevos (o viejos, pero olvidados)como el compromiso, la solidaridad, la sensibilidad social, etc. Por eso deberiamos tener en cuenta que tal orden de las cosas en nuestro pais, en este momento historico, no ayudan a la construccion de dichos valores, algo que quedo en evidencia en las ultimas semanas de forma muy clara es que el rol que juega el posmodernismo en la sociedad es muy fuerte aun. Desde instituciones como la escuela o la familia depende en parte esa toma de nuevos valores, pero tambien desde un estado, desde una clase politica con caras y actores politicos nuevos, que no sean tan anacronicos como los que existen es que podemos darle cierto aire a esta idea, para que seamos nosotros mismos los constructores de nuestro futuro y no prestidigitadores como ha venido siendo a lo largo de estos 30 años de democracia. Tuvimos la oportunidad en 2001 es cierto, y no se supo aprovechar con el que se vayan todos (que termino siendo que se queden todos). Pero seguramene con una nocion nueva que genere un mejor marco iremos en una senda hacia un futuro mas participativo.