Desde el BOLETÍN INFORMATIVO de CORREPI NÚMERO 531 – 11 de septiembre de 2009
Telenoche emitió un video en el que se ve a tres efectivos del grupo de intervención especial (GEI), torturando, como parte de un “ritual de bienvenida” al cuerpo de elite, al agente Carlos Maidana en la unidad 45 de Melchor Romero.
Reportajes y notas en vivo se multiplicaron para que el ministerio de justicia garantizara al guardiacárcel que sería protegido por haberse animado a denunciar a sus camaradas. Luego, aparecieron por otro canal sus compañeros, explicando que se trató de una broma. Según su jefe, el adjutor Alberto Díaz, "es algo habitual, por el mismo motivo del trabajo que realizamos".
"Si eso le hacen a un compañero, lo que harán con los presos" fue la exclamación asombrada de quienes pocas veces habrán leído estos boletines, con los casos permanentes de detenidos jóvenes y pobres que sufren torturas, muchas seguidas de muerte y disfrazadas de suicidios.
El reciente Informe Anual 2009 del Comité Contra la Tortura (un organismo tan oficial como el SPB) constató que los detenidos en cárceles son habitualmente sometidos a submarino seco y húmedo, picana, puntazos, manguerazos de agua fría, patadas, puñetazos, "plancha"(pastillas psiquiátricas sin receta), impactos de bala de goma, "coches bombas" (presos que atacan a otros enviados por guardias), calesita (traslados constantes) y buzón (desnudos en celdas de
aislamiento sin luz ni alimento), entre otros mecanismos de torturas.
A diferencia del penitenciario Maidana, cubierto por tantos medios, el trato recibido cuando los presos se atreven a denunciar, es el empeoramiento de las condiciones de detención y muchas veces la muerte.
El poder judicial, parte del estado que tortura, pocas veces recibe los habeas corpus y basan sus resoluciones en lo informado unilateralmente por el propio SPB.
Si no fuera por el “detalle” de que una persona muere día por medio por la tortura, daría risa el repentino interés de algunos fiscales, que según el informe de Telenoche, pidieron el tape para investigar si en otros penales se practican torturas, mientras que las autoridades, mientras las autoridades del gobierno afirman que “es la primera vez que se enteran de un hecho de estas características”. No menos patético es el repudio hecho público por organismos de derechos humanos como si Maidana fuera una víctima civil del estado. Usa el mismo uniforme que sus victimarios, y si denunció la tortura, fue porque le tocó a él.
Tanto como la filmación, está claro que las fuerzas de seguridad practican entre ellos los mismos métodos que el estado les ordena usar con los detenidos, a veces para adoctrinar, otras para solucionar diferencias, y está claro que el poder de turno los necesita así para aplicar estos métodos contra los pobres que se hacinan en las cárceles de todo el país.
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