lunes, 31 de agosto de 2009

JUSTICIA: Audiencia oral por Mariano Witis - Casacion-


Desde CePaDeHu difundimos este comunicado de la Familia Witis y acompañamos en la busqueda de JUSTICIA.

El martes 1 de septiembre a las 10 de la mañana se realizará la audiencia oral por la apelación que los padres de Mariano presentaron para aumentar el monto de la pena
El martes 1º de septiembre a las 10 hs. tendremos la audiencia oral por la apelación del monto de la pena en el Tribunal de Casación de La Plata - Sala I conformada por los jueces Dres. Carlos Natiello, Federico Domínguez y Ricardo Borinsky.


La autoridad que el poder judicial tiene, porque la sociedad se la otorga, igual que la policía, tiene que estar al servicio de la vida, no para justificar la muerte. Nada que se haga o se deje de hacer nos traerá de vuelta a Mariano, hemos escuchado esto como pretexto demasiadas veces, algo que sabemos desde el instante en que vimos su cuerpo inerte en la morgue del hospital de San Fernando.

No obstante insistimos, este desfile interminable por las dependencias de la justicia (hemos llegado hasta la Suprema Corte y hoy estamos nuevamente en Casación) espera lo máximo, que es lo que Mariano y Darío y Champonois y todos merecemos, que con sus fallos quede claro: basta de muertes evitables, ninguna vida es despreciable.

No buscamos venganza, no sentimos odio, buscamos SÍ la reparación con una condena apropiada al daño producido, para devolver la dignidad a las victimas y la confianza de que la justicia es posible.

Agradecemos su difusión.

Raquel y Jorge Witis, papás de Mariano, rehén fusilado por la bonaerense

jueves, 27 de agosto de 2009

COLOMBIA: Masacre de 12 integrantes de Comunidad AWA

Desde www.Servindi.org del 27 de agosto, 2009.-

Una nueva matanza de indígenas Awa se produjo el miércoles con un saldo de por lo menos 12 personas, entre estas 4 niños, a manos de encapuchados que vestían prendas militares.El asesinato se produjo en el resguardo de Gran Rosario, a 80 Km. del puerto de Tumaco, en el departamento de Nariño, al sur de Colombia, en la frontera con Ecuador, en una zona donde actúan guerrilleros, paramilitares y el Ejército.

Los awá han denunciado por su parte que son blanco de una campaña de exterminio por su decisión de mantenerse neutrales en el conflicto colombiano.

Cerca de 1.700 de ellos se mantienen desde comienzos de año en cuatro albergues improvisados en los poblados de Altaquer y Ricaurte, en Nariño, tras abandonar sus tierras por una serie de asesinatos cometidos por las FARC.

En abril de este año, el máximo jefe de las FARC, Alfonso Cano ofreció excusas a los Awá en una carta pública, tras admitir que la guerrilla mató a ocho miembros de esa comunidad por considerarlos colaboradores del Ejército.

El Defensor del Pueblo en Nariño, Carlos Maya, dijo a la AFP que la violencia en esa región se acrecentó en los últimos años debido a la estratégica posición geográfica que representa para el narcotráfico.

Según informes policiales, la zona es usada por narcotraficantes para el traslado de cargas de droga hacia el oceáno pacífico.

El tráfico de cocaína se ha desplazado en los últimos años progresivamente hacia el oceáno Pacífico, menos vigilado y custodiado que el mar Caribe.

La oficina en Colombia del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos condenó la masacre y confirmó que con una agencia internacional acompañará la misión gubernamental que investigará.

El gobierno del presidente Álvaro Uribe “repudió y condenó” el asesinato y ofreció una recompensa de hasta 100 millones de pesos (cerca de 50.000 dólares) “a quienes den información que conduzcan a la captura de los autores materiales e intelectuales de esta masacre”.

Según la ONU, la mayoría de los 64 asesinatos de indígenas ocurridos este año podría ser responsabilidad de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

sábado, 22 de agosto de 2009

BOLIVIA: Las aymaras, muchas tareas y pocos derechos



Desde IPS Noticias, Por Franz Chávez, enviado especial

CALAMARCA, Bolivia, ago (IPS) - En los pueblos aymaras de Bolivia, las adolescentes sólo adquieren la condición plena de mujer ante su comunidad cuando demuestran una gran laboriosidad y conocimiento de tareas ancestrales. Pero esa misma condición les niega derechos, justicia y acceso al liderazgo comunitario.
Ese es el resultado de una investigación sobre la vida de las mujeres del Altiplano boliviano que retrata una realidad poco conocida, como que tienen que probar que saben compaginar la administración del hogar, la educación de los hijos, la elaboración de artesanías y el trabajo junto al hombre en la agricultura, entre otras tareas.

"Se valora mucho el carácter laborioso de las mujeres en las comunidades. Es considerada floja (perezosa) la que sólo permanece en casa cuidando la 'wawa' (el niño) y cocinando", dijo a IPS la lingüista Filomena Nina Huarcacho, que dirigió el estudio "Detrás del cristal con que se mira: Mujeres del Altiplano, órdenes normativos e interlegalidad".

El estudio, promovido por la no gubernamental Coordinadora de la Mujer, recogió testimonios en seis comunidades originarias y evidenció que el pasaje de adolescente a mujer exige también que la joven conozca de pastoreo, tejido manual, uso de hierbas medicinales y práctica de ritos y ceremonias.

La población que habla aymara en Bolivia representa 1,7 millones de los 10 millones de habitantes del país y se concentra en la región del Altiplano que se extiende en el oeste del territorio, entre las cumbres más altas de la Cordillera de los Andes.

La cultura aymara es la segunda en importancia en este país sudamericano, después de la quechua que se expande desde las zonas montañosas hasta los valles centrales y que aglutina a 2,5 millones de personas, según el censo de 2001.

"La jerarquía masculino-femenina es producto de la superioridad del varón en términos de fuerza física. Pero la otra cara de esta interpretación es que la fuerza bruta es asociada con el trabajo masculino, mientras que la capacidad laboral de las mujeres se basa en la fuerza más sutil del conocimiento, la memoria y la destreza", anotó la lingüista aymara.

Delfina Laura, una mujer de 82 años que nació en una familia quechua pero que desde hace 34 años vive dentro de la cultura aymara, contó a IPS en Calamarca, este pueblo altiplánico a 60 kilómetros al sur de La Paz y a 4.000 metros de altura, lo mucho que evolucionó la mujer aymara en los últimos años.

"Ahora las mujeres son bien despiertas, antes eran zonzas", comentó, para describir a las aymaras actuales como hábiles comerciantes de papa, "chuño" (papa deshidratada), vacas y ovejas.

"A diferencia de los hombres, que terminan gastando el dinero en alcohol, las aymaras lo cuidan y administran para comprar alimentos y multiplicar los ingresos", dijo Laura en la tienda de gaseosas, galletas y caramelos que tiene en la plaza del pueblo, después de extender un cuero de oveja con lana mullida como asiento para su huésped.

"Hoy las mujeres pueden estudiar y terminar el bachillerato y eso les da fuerza", dijo, para añadir, en el único momento que perdió la sonrisa, que ella no aprendió a leer y escribir porque sus padres la abandonaron a los cuatro años al cuidado de una abuela.

Laura perdió a su esposo y dos hijos hace 60 años y recurrió entonces a su vocación de comerciante para sobrevivir en forma independiente, recorriendo largo tiempo las ferias campesinas, donde aún predomina el intercambio de productos, hasta instalarse en Calamarca (pueblo de piedras, en aymara), con unos 2.000 habitantes.

Flavia Amaru administra un terreno familiar de hectárea y media y es experta en cultivos y cría de animales de granja. Viste polleras, manta y sombrero al estilo de las mujeres de Calamarca, pero se distingue del promedio en que tiene un título de técnica superior en agropecuaria, con una especialidad en zootecnia.

"Por mi familia, mi hogar y mis tres hijas", respondió a IPS con una triste sonrisa, al preguntarle por qué no llegó a obtener un título de ingeniería.

Amaru, esposa de un ingeniero agrónomo, prefirió no ahondar en su decisión de ceder a su marido el privilegio de ostentar el título académico superior y conformarse ella con un grado técnico, para evitar incomodidades y conflictos familiares.

Pero la mayor carga de trabajo sí le corresponde a ella, en jornadas que comienzan a las seis de la mañana, en una zona andina donde las temperaturas bajan en las madrugadas por debajo de cero grados centígrados. A ella le toca ocuparse de sus hijas, que estudian en la escuela del pueblo, de su casa, de la comida y de atender la "chacra" (finca) familiar.

En la chacra, dedicada a la producción de "plantines" (esquejes) de verduras y a la ganadería, dirige todo y trabaja más que sus tres empleados, aunque remarcó que el jefe es su marido. Sus jornadas se prolongan 15 horas y hasta 17 en época de cosecha.

Amaru admitió que de tanto esfuerzo la única recompensa para ella es "la satisfacción de una buena producción", pero explicó que "esa es la vida de la mujer, nomás".

AGUANTAR ES LA NORMA

De hecho, en las cientos de entrevistas realizadas a las mujeres aymaras por Nina Huarcacho, la palabra "aguantar" fue una de las más repetidas a la hora de resumir cuál es su obligación, según las tradiciones y normas que rigen a sus comunidades, incluso cuando lo que hay que aguantar son abusos y maltratos.

Para Amaru, la violencia es propia de "todo hogar" y descartó que, salvo excepciones, las aymaras recurran a la justicia comunitaria porque los encargados de aplicarla van a ser siempre hombres, que conocen a los maridos y se van a sentir más cerca de su posición.

El acceso a la tierra está en general vedado a las aymaras, que heredan sólo enseres y bienes muebles mientras los inmuebles corresponden al varón. Sólo cuando son hijas únicas pueden quedarse en el hogar paterno al casarse, pero será el marido el que administre la tierra de sus padres.

La nueva Constitución boliviana reconoce en el artículo 304 el ejercicio de la jurisdicción indígena y campesina para aplicar justicia y resolver conflictos dentro de la comunidad. Pero falta una ley que reglamente este principio, que debe convivir con el de la equidad de género, también consagrado en la Carta Magna.

Nina Huarcacho confirmó que las entrevistadas "dicen no conocer mucho de justicia comunitaria", también conocida como justicia ancestral, y menos aún saben cómo la justicia ordinaria puede apoyar sus derechos específicos de género.

Querían conocer sus derechos, pero "también decían, por ejemplo, que hay que asumir la vida como es y que soportar violencia es parte de la condición de mujer",explicó.

Algunas entrevistadas consideraban que el castigo para el hombre es que "si estoy maltratada (golpeada), que el esposo tenga que cargar conmigo y cuidarme", relató.

La mujer campesina, en la mayoría de los casos, "no construye su concepción de justicia, el medio la construye por ella. Ese medio social induce a percibir lo bueno y lo malo, construye sus valores y cultura", comentó a IPS la abogada Adriana Ríos, experta en la vinculación entre género y justicia.

Por tanto, "las expectativas de la mujer aymara para obtener respaldo en la defensa de sus derechos personales en la comunidad son inexistentes, más donde la comunidad ha expulsado a los juzgados ordinarios y administra justicia directamente", afirmó.

Además, la falta de instrumentos y conocimientos jurídicos básicos imposibilitan una buena aplicación de la justicia comunitaria, dijo a IPS el responsable de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia en Calamarca, Santos Mamani.

De hecho, este defensor se ha visto forzado por los vacíos existentes a asumir tareas como la conciliación familiar y la de juez de paz, mientras trata de paliar el desconocimiento sobre los derechos de la mujer con cursos especiales de capacitación y sensibilización.

Mamani atiende en su oficina municipal casos de Calamarca y de remotas comunidades del municipio, que en su mayoría tratan sobre problemas matrimoniales y familiares y abandono de los hijos.

El estudio concluye que en la mayoría de las comunidades los testimonios mostraron que el papel de la mujer "es, ante todo, ser acompañantes de sus pares masculinos como un ornamento simbólico que legitima el discurso de paridad, pero sin que se lo asuma como forma alterna de organización política". (FIN/2009)

martes, 11 de agosto de 2009

ATAQUE A RADIO DEL MOCASE

Comunicado de Prensa de MOCASE-VC 10-08-2009

ATACAN CON BOMBAS INCENDIARIAS LA FM PAJSACHAMA DEL MOCASE VIA CAMPESINA

Ayer a la 1 de la madrugada, explotó en los estudios de la FM PAJSACHAMA perteneciente a las comunidades del pueblo Lule-Vilela del MOCASE-VC ubicados en el paraje El Retiro, cerca de San José de Boquerón, una bomba de nafta preparada para destruir la radio, al tiempo que se pudo apagar otra destinada a los equipos de energía solar que alimentan la radio. La rápida actuación del compañero que vigilaba las instalaciones evitó que se quemaran los equipos, pero el fuego afectó el mobiliario, la biblioteca de la Central Campesina del Norte y diversos cables.

La FM Pajsachama fue instalada hace poco más de un año y es la primer FM de Argentina que funciona con energía solar. Vehículo de transmisión de las voces de los pueblos campesinos indígenas en lucha, han intentado acallar su potencia. Es parte de la red de cuatro radios comunitarias del MOCASE-VC, con el acompañamiento de FM La Tribu, y desde su incio ha sido una herramienta para la difusión de los derechos y las luchas de las comunidades campesinas indígenas del norte de Santiago del Estero.

Desde su instalación, la FM ha sufrido amenazas, y es por ello que siempre quedaba un compañero o compañera a dormir en las instalaciones de forma rotativa. Este hecho ha permitido que el compañero que quedó anteanoche evitara el incendio de todas las instalaciones.

No se pudo identificar a los responsables de hacer estallar las bombas, en tanto huyeron en una moto a toda velocidad dejando un cable tensado en medio del camino del monte por si alguna moto los perseguía. En las últimas semanas se venía denunciando fuertemente el accionar de varios terratenientes de la zona, así como las actitudes asistencialistas, discriminatorias e ilegales de ciertos políticos locales. 48 hs después los compañeros no pueden radicar la denuncia, casualmente, no se encuentra uniformado alguno en el destacamento Nº 12 de San José del Boquerón.

La violencia que cotidianamente se ejerce sobre las familias campesinas indígenas aflora de nuevo, esta vez intentando silenciar el Vuelo del Pajaro que recorre el monte festejando la dignidad y rebeldía de las comunidades campesinas indígenas organizadas.

Las amenazas y ataques no nos amedentran. Al contrario, nos indican la fuerza de nuestros hechos y la certeza de nuestras palabras. Como siempre, seguiremos alerta en la lucha y en la resistencia, con nuestro decir y nuestro hacer presentes en cada rincón del monte y del país, construyendo Soberanía Alimentaria y Reforma Agraria cada día.


Telefonos: FM PajSachama
03841-15403290
0385-155063942
Secretaría de Comunicación MOCASE-VC
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MOCASE – VIA CAMPESINA
MOVIMIENTO NACIONAL CAMPESINO INDÍGENA