Desde el BOLETÍN INFORMATIVO de CORREPI - NÚMERO 545 – 14 de febrero de 2010.
El asesinato de Walter Cáceres, el hincha de Newell´s, de tan solo 14 años, deja en evidencia, una vez más, que el crimen organizado está siempre vinculado al aparato de las fuerzas represoras estatales.
A las denuncias que hablan de la relación entre el comisario Alberto Villa (responsable de la zona 3, con jurisdicción sobre el lugar del ataque) y “Pimpi” Camino, el ex jefe de la barra brava de Newell’s, señalado como el autor intelectual de la emboscada, en venganza contra el actual líder Diego “Panadero” Ochoa, se suman varios allanamientos a policías retirados y en actividad que actuaron como proveedores de armas en el hecho.
Los allanamientos variaron en su resultado: en algunos no se encontraron armas sino importantes cantidades de droga. A raíz de uno de ellos, un suboficial de la Dirección General de Seguridad Rural, de 44 años, familiar directo del autor del ataque, el barra brava apodado “Chino”, quedó preso en la alcaidía de la Jefatura.
La cotidiana relación del “Chino” con la policía quedó al descubierto tras la denuncia por violencia doméstica reiterada que su mujer, de 20 años, se viera obligada a realizar en los tribunales porque en la comisaría 11ª no le tomaban la denuncia sobre los castigos que recibían ella y su hijo de 2 años ya que el jefe de la seccional protegía al “Chino”.
La mujer precisó que esa protección se efectuaba a cambio de pagos periódicos a la comisaría y era utilizada por su esposo para efectuar sin obstáculos su actividad como revendedor de drogas suministrada por la banda de “Los Monos”, tenidos como los principales traficantes de estupefacientes de la zona sur rosarina. También señaló a la persona a la que le pagaba: un cabo primero, secretario privado del jefe de la seccional. Por esto fueron removidos el cabo primero, el comisario Julio Brunelli, y el subjefe Hugo Pereyra. Fue también la esposa del “Chino” quien aseguró haberlo escuchado dar detalles de la confección del plan para emboscar el micro y del dinero en juego para concretarlo (10 mil pesos).
Así funciona, en todo el país, el negocio de la violencia en el fútbol, teniendo como garantes a los mismos que sostienen todas las actividades ilegales, siempre y cuando sean un buen negocio. El narcotráfico actúa bajo el ala protectora de la policía y esos vínculos son tan estrechos que no se puede ahondar ni un milímetro en cualquier episodio vinculado a sus ejecutores sin que salte el botón.
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